lunes, 17 de abril de 2017

¡Si pudiera… regresarte a la vida!

Pero como eso no es posible 
solo nos queda emular tu práctica revolucionaria 
¡ALIOTO VIVE!

Era 1994 y el proceso de diálogo y negociación avanzaba vertiginosamente; el 29 de marzo de ese año se firmaba el Acuerdo Global de Derechos Humanos, que permitiría la presencia en Guatemala de la Misión Internacional de Naciones Unidas (MINUGUA), un acuerdo de suma trascendencia en el país, para alcanzar la paz.  El 17 de junio se suscribe el acuerdo para el Reasentamiento de las Poblaciones Desarraigadas por el Enfrentamiento Armado, y apenas unos días después, el 23 de junio, se logra el acuerdo sobre el Establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de las violaciones a los derechos humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimiento a la población guatemalteca.

Se daban pasos importantes que coadyuvarían a sentar las bases para el definitivo cese al fuego, sin embargo la guerra aún no terminaba y era necesario, tanto para la guerrilla como para el ejército, mantener la correlación de fuerzas a su favor.

El Frente Sur “Santos Salazar”, de las FAR, emergía como el “Ave Fénix”, luego que fuera desarticulada la plana mayor en marzo de ese mismo año. El comandante Martín y dos de sus principales oficiales habían sido capturados.

El Comandante Pablo ordena el traslado inmediato del Capitán Leandro, además de reforzar el frente con cuadros medios de comunicaciones, inteligencia y servicios médicos. La guerra continuaba en todo el país. No cabían muestras de debilidad que permitieran al enemigo fortalecer su posición.

En noviembre de 1994 la situación social en la capital guatemalteca se torna violenta. Nuevamente la demanda social por el precio del transporte urbano de 65 centavos a un quetzal con 25 centavos, llevaba a miles de personas a las calles por casi quince días.  Como siempre, el estudiantado combativo de la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, se colocaba a la vanguardia de las demandas populares.

Cientos de universitarios organizados en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) sabían que este era otro frente de lucha y que tampoco había que ceder un ápice a las imposiciones de las fuerzas represivas, en contra de los legítimos derechos de la población.

Entre aquellos jóvenes sobresalientes se encontraba Mario Alioto López Sánchez, con apenas 21 años. De estatura media, complexión robusta, cabello quebrado, bigote y una barba aún poco poblada en el rostro. Un año antes había ingresado a la Facultad de Derecho de la Tricentenaria Universidad de San Carlos de Guatemala; muy pronto destacó por sus ideas y actitud participativa. Fue nombrado jefe de orden del sub Honorable Comité de Huelga de Dolores de 1993. Posteriormente se incorporó a un grupo de teatro de la facultad, con la intención de llevar mensajes de cambio y organización a las áreas marginales de la ciudad capital.

En horas de la tarde del 11 de noviembre inicia el enfrentamiento con las Fuerzas de Reacción Inmediata (FRI) de la Policía Nacional y elementos del ejército, acostumbrados a matar a población indefensa.  Además de los gases lacrimógenos,  batones y otros artefactos utilizados para reprimir, portaban fusiles que accionaron contra el estudiantado indefenso. Por si fuera poco, violentaron la autonomía universitaria. Era claro que el objetivo era desarticular cualquier tipo de levantamiento social, que influyera en la lucha, a nivel nacional.

Varios compañeros cayeron heridos, entre ellos Mario Alioto, quien además fue golpeado salvajemente en la cabeza y el cuerpo. Los rescatistas lo sacaron del lugar cuando ya había perdido demasiada sangre.

Mario Alioto López Sánchez murió aquella noche, pero no su espíritu y coraje.  Dejaba con él un legado de acciones y pensamientos a emular.

El día del funeral fue acompañado por miles de guatemaltecas y guatemaltecos, que entre sollozos coreaban consignas: ¡Si Alioto no está aquí, Alioto dónde está!, ¡Alioto está en las calles exigiendo libertad!, ¡Alioto López! , ¡Presente!

Un documental elaborado por CIEP y CAMI captó a una anciana que gritaba a los estudiantes: ¡Nuestros mártires no se lloran, se IMITAN señores universitarios!, ¡Dios los bendiga por defender al pueblo Y SER VALIENTES!

La Universidad de San Carlos perdió así a un líder nato, a un joven visionario que tenía mucho por aportar a la academia y a su país.

En noviembre de 2011, 17 años después, el gobierno de Álvaro Colom, en nombre del Estado, pidió perdón a la familia de Mario Alioto López Sánchez. El ministro de Gobernación, Carlos Menocal dijo que la Policía Nacional cometió “un cobarde asesinato”, además de reconocer el daño a la nación, así como el sufrimiento y secuelas que representó para su madre, su esposa y su pequeño hijo, de 27 días de nacido.



Si pudiera

Si pudiera con mi pensamiento cambiar muchas cosas
Cambiaría el mundo
Cambiaría el hambre por pan
La tristeza por alegría
Cambiaría los desechos tóxicos por manantiales de agua viva

Si pudiera con mi pensamiento influir en la humanidad
Cambiaría las balas por sonrisas,

Si pudiera, 
Cambiaría los golpes por estrechones de manos
Cambiaría las minas por piñatas para los niños
Cambiaría a los hipócritas por sinceros

Pero esta es mi utopía,
Me conformaría con que el mundo viviera en paz 
y todos viviéramos como humanos y como hermanos
Si pudiera desaparecer las clases sociales lo haría
Si pudiera con mi pensamiento cambiar cosas 
cambiaría el odio por el amor
El dolor por la felicidad,
Pero es imposible, parece que el problema es la humanidad

Si pudiera cambiar al mundo 
tan solo lo resumiría en cambiar el pensamiento humano
Tan solo dejaría intacta la naturaleza y al noble de corazón

Si pudiera alguien hacer esto 
todos viviríamos como hermanos y como humanos
Mario Alioto López Sánchez