martes, 18 de septiembre de 2012

El colmoyote imprudente



El teniente Pezarossi estuvo inicialmente en el frente “Feliciano Argueta Rojo” y aunque fue combatiente en una primera etapa, rápidamente pasó a ser radista, especialmente por sus habilidades técnicas.  Eso lo llevó a que algunas veces se quedara sólo en el campamento.  El resto de compañeros salían a operar y se comunicaban con el oficial al mando a través de walkie talkie y éste a su vez trasladaba información hacia el puesto de mando, donde se encontraba Pezarossi para que la enviara al comandante en jefe.

En una ocasión se quedó sólo con la compañera de servicios médicos durante más de un mes.  Esa condición no implicaba que se diera un relajamiento entre ambos, mucho menos algún tipo de abuso o aprovechamiento de parte de Pezarossi.  Por el contrario, era un momento oportuno para fortalecer la solidaridad y el compañerismo.

Luego de algunos días solos Pezarossi comenzó a notar alguna preocupación en la compañera; parecía asustada o enferma.  El teniente le preguntaba qué tenía, en qué podía ayudarla.  Pero ella cambiaba la conversación.

Finalmente un día la escuchó llorar en su puesto y se acercó corriendo para auxiliarla. Ella le contó que un colmoyote se había metido en sus partes íntimas y aunque trataba de sacarlo no podía sola.  El animalejo ya había crecido y comía dentro de la delicada piel, provocándole intensos dolores.

Pezarossi la ayudó, con toda la caballerosidad y respeto que enaltecían al guerrillero; cubrió el área con cinta adhesiva para provocarle asfixia al colmoyote y al día siguiente lo extrajo.

¿Las cosas cambiaron entre ellos después?  Sí, hubo mucho más respeto, solidaridad y un mayor hermanamiento.

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