martes, 26 de julio de 2011

Un festejo clandestino, bailando a rumbo


En las reuniones de crítica y autocrítica se buscaba corregir las llamadas “desviaciones de clase”, “posiciones pequeño burguesas” que había que superar, pues era muy valioso e importante identificarse cada vez más con la ideología del proletariado; sin embargo, habían situaciones humanas que era casi imposible anular, borrar, o apartar de nuestro ser y era muy común cometer pequeños “errores”.

Era el caso de los bailes clandestinos; generalmente ocurría en campamentos grandes; ¿motivos?, cualquiera, podría ser el cumpleaños de alguien o sencillamente ganas; pero además de que se dieran las condiciones, había que contar con la participación de compañeras.

Para concretarlo era necesario contar con música; la grabadora del radista, la del político o un radio de transistores serían suficientes. Mejor si había algún casete, con cumbias de la época.  El volumen se colocaba lo suficientemente bajo para no ser escuchados por los demás, ¡y a rascar un pedazo de tierra!.  Eso era bailar a rumbo.

Era alegre.  Permitía sacar las tensiones, el stress e identificarse un poco más unos con otros.  El problema es que no había autorización y que se relajaba la seguridad. Casi siempre eran descubiertos.  El oficial de turno pasaba vigilando puestos, postas y línea de combatientes.

Al día siguiente se informaba de la sanción correspondiente.

Pero esto se volvía al mismo tiempo un llamado de atención para los jefes.  Estaban tratando con seres humanos, con hombres y mujeres que requerían se les pusiera cuidado.  A la brevedad, cuando las condiciones de seguridad lo permitieran, había que organizar alguna actividad político-cultural, que incluyera baile y, de ser posible, alguna chamusca.

1 comentario:

  1. jajajajaja don Luisito no me lo
    imagino bailando jajajaja pero deveríamos
    de armar un baile clandestino acá en el
    trabajo que le parece? jajajaja
    ta bien y escriba mas seguido.

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