II
En los 90 continuaban las
negociaciones de paz, cada vez con más
logros, la vigilancia e intermediación
de los países amigos mostraba el camino, uno y único para el fin del conflicto
armado.
En los distintos frentes guerrilleros la
Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) conseguía dar golpes
coordinados en campañas unitarias, para mostrar la beligerancia de sus fuerzas;
en1991 se buscaba modificar la correlación de fuerzas a nuestro favor y para
ello la Comandancia General creo el llamado Frente Unitario.
Los mejores cuadros militares de FAR y EGP
se concentraron en una zona intermedia del país, en la que operaba ORPA, pero
lamentablemente no lograron ponerse de acuerdo en los mandos, y aunque se cedió
ante la hegemonía que quiso imponer ORPA, los resultados negativos fueron
evidentes, con un costo en vidas que no debió ser.
El objetivo inicial había sido la toma de
Escuintla; después de la capital, la segunda ciudad más importante del país,
por su desarrollo económico.
Pero el ejército obtuvo información, además de
los análisis militares y concluyó: algo muy grande estaba por ocurrir en esta
zona y respondió con todo el poder y capacidad a su disposición. Cinco mil efectivos, cinco batallones
procedentes de distintas zonas militares del país fueron concentrados entre
Chimaltenango y Sacatepéquez; pero además fue integrada la Fuerza de Tarea
Cabracán, con tropas élite, paracaidistas y kaibiles.
El enemigo sufrió una cantidad considerable
de bajas; las fuerzas guerrilleras recuperaron además importante equipo y
material de guerra, pero las bajas sentidas en el Frente Unitario, entre caídos
en combate, deserciones y enfermos, era superior a los logros.
En la Universidad de San Carlos de
Guatemala, donde había sido desarticulada la dirigencia en 1989, continuó la
formación de nuevos cuadros; los vínculos con las organizaciones
revolucionarias se mantenían y las dificultades que representaba la unidad,
también se reflejaban al interior del Alma Mater.
Largas y tediosas reuniones de coordinación
y planificación se llevaban a cabo, con jóvenes orgánicos e independientes.
En una ocasión, varios jóvenes dirigentes,
representativos de las organizaciones revolucionarias sostenían una reunión en
la que también participaban otros, no orgánicos. Rubén, de FAR, Manlio, del PGT y Leonel, de EGP. Estaban enfrascados en una discusión, en la
que la decisión debía coincidir con las orientaciones recibidas de la
Comandancia.
Hasta que en un momento Manlio se desesperó
y les increpó: — ¡compañeros, recuérdense que las orientaciones vienen de
arriba!. Uno de los compañeros no
orgánicos, que atendía la discusión cuidadosamente pegó un grito sorprendido y
dijo: — ¡Puta compañero! ¿Desde cuándo habla usted con Dios, pues?
Y todos soltaron una carcajada.
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