Marco Tulio Soto
Por
fin llegamos al campamento; nos formamos en el orden en que íbamos y el capitán dio las voces de mando.
¡Atención!:
–
Vamos a descansar un rato y almorzar. A
las 14.00 horas nos reuniremos para hacer el balance de la actividad.
–
¡Atención!:
¡para terminar la marcha de hoy...!
¡A
Vencer o Morir por Guatemala la Revolución y El Socialismo! ¡ Rompan… filas!.
¡Venceremos!.
A
las 14.00 comenzamos la reunión de balance.
La primera observación crítica fue para Chiricuto por su falta de “tacto
político” al decirle a don Baldomero, que se había perdido por estar haciendo
el “secreto del mapache”. Y a mi me metieron en la colada dizque por imprudente
al estar preguntando cuál era el “secreto del Mapache”.
La
reunión se tornó agitada, pues Chiricuto no aceptaba su error y argumentaba que
lo había dicho como una broma y que había sido Rigo con su preguntadera quien
había creado realmente el problema.
Sin
darme cuenta vuelvo a preguntar ¿y cuál es el secreto del Mapache pues?
El
capitán se rascó la cabeza y respondió –Mire Rigo, lo disculpo porque usted no
es campesino; cualquier campesino sabe cuál es el secreto del Mapache.
Al
final de la reunión Chiricuto quedó encargado de explicarme cuál era el secreto
del Mapache.
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“Ya
había escuchado algunas cosas del mapache; incluso un día cacé uno que estaba
comiendo zunzas, los había visto lavarse las manos y lavar sus alimentos como
si fueran personas. Los había escuchado gritar cuando los muerden los cangrejos
que cazan a orillas de los arroyos, dicen que gritan porque meten la cola y
cuando éstos les muerden la cola los sacan de un jalón aunque les duela.
También
había escuchado decir que cuando van a comer maíz a la milpa, el mapache se
toca los testículos, si los tiene fríos entonces entra con confianza, pues es
señalo que no le han tendido una celada. Si los tienen calientes no entran.
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Chiricuto
comenzó diciendo que el mapache es un animal muy perjudicial, que causa muchos
destrozos a las milpas, ya que no se come ni un solo elote completo, sino que
los arranca y mordisquea unos granos de cada uno. De esa manera corta muchos en
una sola noche y arruina una gran parte de milpa.
Para
evitar que el mapache entrara a las milpas existía un secreto que los
campesinos hacían y consistía en lo siguiente:
Cuando
se detectaba que había entrado y que había causado destrozos, entonces se daba
por hecho que seguiría entrando, pero como es un animal muy arisco nunca se
sabe si lo hará temprano de la noche o por la madrugada. Casi siempre burla a los cazadores, pues si
lo están esperando no llega y si lo van a buscar, al ver venir la luz de la
linterna se escapa.
Una
vez sabido que está llegando se reúne toda la familia por la mañana y juntan un
buen fuego en medio de la milpa, se cortan todos los elotes que puedan comerse
y todos comienzan a asar elotes, pero con todo y tusa de manera que se vayan
cociendo con el vapor, ya que están cocidos y asados, se les pela sin
arrancarles la hoja y poniendo el elote colgado hacia abajo se comienza a
describir círculos con él diciendo – ¡Que se enrede el mapache! ¡Que se enrede
el mapache!, y así cada miembro de la familia, conforme va comiendo sus elotes
va repitiendo esas palabras y elote describiendo círculos grandes con el pelo
hacia abajo y ¡que se enrede el mapache! Y así continúan asando elotes, pelando
elotes, describiendo círculos con los elotes colgados por las hojas y diciendo
¡que se enrede el mapache! Así, hasta
que toda la familia queda completamente llena de comer elotes y se retiran
ordenadamente para la casa.
Por
la noche, vienen solos el señor y la señora hacia el centro de la milpa.
Después se dirigen hacia una esquina de la siembra, la señora, que va sin
calzón se agacha y se coloca con manos y pies al suelo y el vestido para arriba,
repitiendo constantemente ¡que se enrede el mapache! ¡Que se enrede el mapache!
El señor debe tener suficiente pulso para llegar e introducírselo al primer
intento. Si lo logra se paran y se van para la otra esquina, repitiendo la
misma operación y así hasta cubrir las cuatro esquinas. Después como se supone
que el señor ya no aguanta, se dirigen nuevamente al centro de la milpa y tienen
relaciones hasta quedar satisfechos. Si no quedan satisfechos, deberán otro día
repetir la operación; sólo así dejará de llegar el mapache…
Me
quedé pensando un poco y alcancé a decirle a Chiricuto: – ¡ay Chiricuto hijue’ la gran puta…! ¡ mirá
por tus bromas qué vergüenza voy a pasar cuando le vea las caras nuevamente a
la familia de Baldomero…!
De
todas maneras… ¡qué buena forma de joder al mapache!