miércoles, 29 de junio de 2011

El teniente Vicente

Pelotón Feliciano Argueta Rojo, del Frente Tecún Umán
Conocí a Vicente en Toluca, en aquella casa de seguridad donde estuve un tiempo antes de entrar a Petén, a la que daban cobertura Matilde y Darío, como pareja.

Vicente y Matilde eran hermanos, originarios de Chimaltenango, de ascendencia Cakchiquel.  Se habían incorporado al Frente Tecún Umán.   Matilde había sido compañera del Capitán Ixbalanqué, un legendario jefe guerrillero que cayó a raíz de una cadena de capturas en la región central y el frente sur.

Vicente era un joven risueño, de un metro setenta, aproximadamente, con una pequeña cicatriz en la mejía; una herida que había sufrido en un combate donde estuvo a punto de perder la vida.  Era el jefe de comunicaciones del frente, pero además había demostrado un alto desempeño como combatiente. Y no era para menos, las montañas del altiplano en nada se parecían a las de Petén o a las del sur del país.  Había que acampar en alturas extremas, con mucha neblina y frío, con filos y precipicios donde una caída era fatal. Por esas mismas condiciones los enfrentamientos con el enemigo eran casi siempre en distancias cortas y, en situaciones extremas, cuerpo a cuerpo.

La ropa y calzado que debían utilizar los guerrilleros también era de otro tipo.  Botas montañeras y uniformes de tela gruesa, además de chumpas, guantes y gorros de lana.

Vicente tenía un alto desarrollo político ideológico; sabía por qué estaba ahí y los riesgos a los que se enfrentaba; pero cualquier sacrificio era valedero, con tal de lograr una nueva Guatemala, con un ejército al servicio del proletariado.  

Fue él quien incentivó en aquella casa de seguridad la elaboración de artesanías en hueso crudo.  Trabajaba figuras mayas en relieve, las que ya pulidas barnizaba con esmalte transparente de uñas.  Varios compañeros aprendieron la técnica.  Incluso yo, que partí hacia el norte a los pocos días, logré esculpir algunas figuras en colmillos de Jabalí, durante el tiempo que estuve en la selva.

Como jefe de las comunicaciones en el frente Tecún Umán también estuvo en primera línea, en condiciones riesgosas y muchas veces con pocos árboles y terreno para tender la antena.

En una ocasión Vicente tuvo que transmitir bajo una fuerte tormenta.  En estos casos la orientación era no comunicar, quitar la antena de ser posible o desconectar el plug del radio, enrollar el cable coaxial y colgarlo, de manera que no cayera a tierra.  Pero la situación en el Tecún Umán ameritaba el riesgo.  Al parecer había un problema de seguridad, que debía conocer el comandante en jefe y tenía que enviar el mensaje.

Sin embargo, al terminar la comunicación un rayo fue atraído por el equipo.  Los demás compañeros sólo escucharon el estrépito en un cerro alto, cercano, al que había subido junto a dos compañeros de apoyo.  Los tres fueron aventados por el relámpago, el cable coaxial se achicharró al igual que el radio. Aunque unos más golpeados que los otros, con quemaduras de cierto grado, ninguno perdió la vida.  La mayor parte de la descarga eléctrica había sido absorbida por el cable y el equipo.

La incomunicación posterior alarmó a la comandancia, pues el último mensaje recibido alertaba sobre los riesgos de seguridad y el peligro inminente.

Fue necesario enviar a un mensajero a la capital y activar un contacto de emergencia, con el fin de avisar al comandante Pablo que todos estaban bien.


El teniente Vicente, llegó a ser miembro del mando principal en el Tecún Umán;  un joven decidido, visionario y capaz, solidario hasta las últimas consecuencias y entregado a la causa.

1 comentario:

  1. Hay don Luisito que peligroso ja me imagino
    que despues con el miedo que voviera
    a caer otro rayo =/

    ResponderEliminar