La operación del ejército en la retaguardia de las FAR, en Petén, había comenzado con un fracaso; la mina en El Túnel ocasionó al menos cinco bajas, además de que las tropas kaibiles fueron descubiertas y engañadas; habían perdido la iniciativa, la sorpresa, que era al final lo que más les dolía. En la guerra el que pega primero pega dos veces; es una condición que se valora entre militares y ellos lo sabían.
La fuerza guerrillera se replegó, pero en la zona había campamentos aislados, de logística, de población en resistencia, incluso indígenas choles, de México, que habían hecho su vida de lado guatemalteco y que colaboraban con la guerrilla. En una ocasión pasamos por las afueras una de estas pequeñas aldeas choles y uno de los compañeros, que los conocía, entró y les contó que estábamos cera; en menos de media hora se acercaron con varios “rimeros” de tortillas y agua de masa. Supe también que meses después fueron masacrados.
La cólera del ejército era evidente. El campamento “El Limón”, donde permanecía una unidad guerrillera, fue descubierto. Hubo un enfrentamiento y luego de media hora de combate, Manolo, Benjamín, el sargento Elías y la compañera Esther, lograron retirarse; no fue posible sacar al compa Chicuco.
Chicuco era un mono araña que en una ocasión habían encontrado herido; al parecer su mamá había sido devorada por un felino; fue llevado al campamento, donde lo alimentaron y curaron. A los pocos días andaba de rama en rama; no se alejaba y siempre estaba puntual, a la hora de la comida. Fue “reclutado” por los compañeros, lo hicieron “compa” oficialmente, cuando a alguno de ellos se le ocurrió “la genial idea” de costurarle su propio uniforme verde olivo.
Era común en la guerrilla tener alguna mascota; fue el caso de Chicuco, del tigrillo del teniente Tadeo o del tucán, que siempre andaba, brinco y brinco, detrás del compañero Rony, el cazador.
Chicuco fue a partir de entonces un guerrillero más y murió como tal.
Cuando el ejército ingresó al campamento e inició aquella nutrida balacera, Chicuco sólo atinó a subirse a lo alto de un árbol. Los compañeros lograron retirarse, sin muertos ni heridos; a los pocos días regresaron al campamento, donde encontraron destrucción por doquier. Entre la maleza, el cuerpecito despedazado de Chicuco. El uniforme lo delató como guerrillero y fue salvajemente macheteado. Hubo lágrimas, cólera e impotencia.
A los pocos días los compañeros de esta unidad se integraron a la fuerza principal; como era costumbre, el grupo formaba al centro del campamento y rendía parte al jefe superior: “compañero comandante, el pasado 14 de agosto, a las 16 horas, un comando del ejército ingresó al campamento El Limón, entablándose un combate de aproximadamente media hora. Nos retiramos sin problemas, pero lamentamos la caída del Compa Chicuco”.
“Descansen e intégrense al pelotón del Teniente Méndez”.
El rumor corrió: “dicen que cayó el Compa Chicuco ¿lo conocías?”.
Pronto se confirmó que Chicuco era un mono, que el sargento Elías y su gente jamás olvidarían.
No pobrecito Chicuco esa historia
ResponderEliminarme gusta mucho pero también me da
mucha tristeza.... siga adelante
Don Luisito